Aprovechando el cambio de exposición, el CGAC exhibe parte de sus propios fondos, una muestra sin hilo conductor hecha con obras menores de "grandes marcas" como Tàpies, Juan Muñoz o Ana Mendieta entre otros. Uno de los elementos que más distrae al espectador es el continuo ruido producido por una de las video proyecciones que imposibilita la concentración ante el resto de las obras. Este video, además, es un ejemplo claro de la problemática que existe a la hora de situar las video proyecciones en los espacios expositivos, ya que en muchos casos, la falta de acondicionamiento impide que el espectador entre virgen a ver la obra. Se percibe también un cierto "horror vacui" en cuanto al numero de obras que se exponen en el mismo espacio. Un ejemplo de esta acumulación que no pasaba desapercibida era la interferencia que se producia entre una fotografia de Monserrat Soto y la escultura de Juan Muñoz. Todos estos factores provocan que el espectador se sienta desconcertado, aturdido e incómodo, lo que hace que el recorrido por la exposición se realice sin detenimiento y apenas deje espacio para la reflexión.
jueves, 25 de marzo de 2010
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