En la iglesia de la Universidad de Santiago de Compostela nos encontramos una pintoresca e interesante exposición abstracta de Antón Lamazares, en la que sus obras coloristas, sobre cartón en soporte de madera, conviven con los retablos del templo envueltas por sonidos del folclore gallego formando una unión insólita y a la vez sorprendente.
El recorrido por la exposición transmite al espectador el espíritu del Camino de Santiago de forma contemporánea sin perder, en ningún caso, la esencia gallega de sus sonidos y sus colores.
Guardando la estructura de la iglesia, dividen el espacio en tres naves que transmiten diversas sensaciones. Las dos laterales, más estrechas, crean una mayor tensión debido a la proximidad entre las obras y los retablos, que a su vez, es reforzada por la iluminación, al ser esta proyectada solo en los cuadros pronuncia aún más el impacto visual. La tensión, al final de las dos naves, concluye con un espacio únicamente pictórico, incita al espectador a una reflexión pausada que evoca a un cementerio por la disposición y el formato de las obras. En la nave central la sensación es de desahogo, a pesar de tener la fuerza del altar mayor, la amplitud y la iluminación dan más sosiego al ambiente.
La impresión general es menor si ya conocías el espacio expositivo, aunque es una muestra que por el diálogo que establece y la interacción entre los elementos que la componen, no deja al público indiferente.
jueves, 25 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario